Esta mañana al mirarme desnuda enfrente del espejo, sin bajar la mirada, sosteniendo mi ojos, sentí un escalofrío. Mire mis pechos, mi pubis, gustoso todavía, apetecible e insinúe que él se acercara para mirarme, para tocarme. Deje que me recorriera como quien recorre un camino para llegar a su destino.
Sentí que aparte de él había otra mirada, otras manos y las recibí como un nuevo invitado, el invitado que hacia días que quería que entrara. Tímido y brusco, dulce y sucio, se situó detrás de mi; nuestros ojos se encontraron en el espejo… nuestro reflejo produjo en nosotros un bucle de deseo, de pasión guardada. Deshice su coleta y degusté su nariz, su boca; metí mis pechos en sus manos y él agarro mi cuerpo para montarme una y otra vez.
Desayunamos juntos café y tostadas con mermelada de moras… fruta rojas y sorbos de placer. Feliz año indio.